
Arancel del 27% de Noboa: ¿Protección económica o política de hacienda?
Aunque el gobierno justifica la imposición de un arancel del 27% como una respuesta a la crisis diplomática con México y como una medida de defensa económica, en la práctica, esta decisión parece más una acción improvisada que una estrategia bien estructurada para proteger al país, veamos por qué.
La imposición de estos aranceles beneficia a ciertos sectores específicos de la producción local, pero su costo para la economía ecuatoriana en su conjunto puede ser mucho mayor de lo que el gobierno anticipa.
¿Quién pierde más con los aranceles?
Para evaluar el impacto de los aranceles, es fundamental entender el flujo comercial entre los dos países. Ecuador importa desde México 738.7 millones de dólares en productos al año, lo que representa solo un 2.39% del total de sus importaciones. Sin embargo, estos productos incluyen bienes esenciales como medicamentos, vehículos, maquinaria y equipos eléctricos, cuya sustitución no es sencilla ni inmediata.
Fuente: TradeMap
En términos de exportaciones, Ecuador vende a México 203.5 millones de dólares en bienes, el 0.65% de sus exportaciones totales. Esto significa que si México decide responder con medidas similares, Ecuador perdería mucho más de lo que ganaría.
Fuente: TradeMap
Hay que considerar que México tiene alternativas para sustituir estos productos y, de hecho, ya importa muchos de ellos de países con los que tiene acuerdos comerciales favorables. Si Ecuador pierde acceso a este mercado, los exportadores locales deberán buscar nuevos destinos, lo que implica costos adicionales y una menor competitividad frente a otros proveedores.
La otra cara de la moneda: protección de grupos agroexportadores
Aunque el discurso oficial insiste en que la medida busca equilibrar la balanza comercial y fortalecer la industria nacional, en la práctica, parece un mecanismo para proteger a ciertos sectores agrícolas e industriales con influencia dentro del gobierno. Es cierto que en muchos países se aplican medidas de protección comercial para apoyar la producción local, pero la manera en que Noboa ha tomado esta decisión genera incertidumbre en los mercados y aleja a Ecuador de la estabilidad que promete el gobierno para atraer inversiones.
Existen formas más eficientes de defender los intereses del país sin recurrir a medidas abruptas. Una política comercial efectiva debería basarse en negociaciones bilaterales, incentivos a la industria local, sustituir importaciones y estrategias de diversificación de mercados.
Más allá de la Alianza del Pacífico y México
Más allá del impacto en la Alianza del Pacífico, esta decisión plantea una pregunta fundamental: ¿qué tipo de país quiere ser Ecuador? No está mal que un gobierno busque proteger su industria y defender sus sectores productivos, pero hacerlo de manera política, improvisada y beneficiando únicamente a un sector específico es una señal preocupante. Noboa parece aprovechar esta coyuntura para asegurar que la agroindustria, en especial los productores de banano y camarón, no se vea afectada por un Tratado de Libre Comercio con México. Sin embargo, al tomar esta medida sin una coordinación amplia con otros sectores, deja en evidencia que está dispuesto a sacrificar a otras industrias y perjudicar el comercio exterior ecuatoriano en su conjunto. Ecuador no puede seguir dependiendo exclusivamente de la exportación de materias primas y productos agrícolas de bajo valor agregado; hay sectores estratégicos, como la industria manufacturera, la tecnología y la innovación, que podrían ofrecer al país una mayor estabilidad y crecimiento en el largo plazo. En lugar de construir un modelo económico más diversificado y sostenible, Noboa envía un mensaje que refuerza la imagen de Ecuador como una economía primario-exportadora sin una estrategia clara para evolucionar. ¿Es este el futuro que queremos, limitarnos a vender camarones y bananos, mientras otros países de la región avanzan hacia industrias de mayor valor agregado?
Para concluir, lo importante es recalcar que la verdadera pregunta no es si Ecuador debe proteger sus industrias, sino cómo debe hacerlo sin caer en medidas improvisadas que dañen su reputación y competitividad. Si Ecuador quiere proteger su producción local, existen alternativas más efectivas y menos perjudiciales que los aranceles arbitrarios. En lugar de cerrarse al comercio, debería buscar mejores acuerdos, aquellos que permiten la cooperación Sur-Sur por ejemplo; buscar incentivos a la producción nacional y estrategias de diversificación de mercados con sustitución de importaciones.